No, corazón, no es salvaje y no lo estás haciendo mal. Sí que sacan sus instintos y reacciones, pero no suele ser por culpa de los padres, a no ser, que no hagamos nada por corregir esto.
Te están poniendo a prueba. Es una manera de medir la capacidad de paciencia de cualquier padre , un tira y afloja continuo.
Yo he tenido suerte, las rabietas han sido mínimas pero ...he tenido ayuda para saber cómo atajarlas.
Mis padres, por ejemplo, nunca tuvieron que levantar la voz. Una mirada era suficiente para paralizar cualquier intento de sublevación. Pero eso era antes. Yo me he visto a mi misma poseída por una bruja mala ó una loca chillona, cual sargento y no me ha valido hasta que he aprendido a ponerme en su lugar, ver desde su perspectiva de niño y tratar de entenderles. Entonces las cosas funcionan.
Y ¿qué se puede hacer?. Pues yo, consultar a mi querida Macu, especialista en psicología y terapia emocional (y muchas cosas más) y seguir sus consejos.
Aquí os dejo un artículo que ha escrito para MamáPelotón. Espero que os sirva de ayuda.
LAS RABIETAS DE LOS PEQUES, ¿QUÉ HACER CON ELLAS?
Entendemos por rabieta el comportamiento
de un niño que surge en un momento determinado cuando no consigue algo que
quiere en el instante en el que lo quiere y que normalmente incluye gritos,
pataletas, llantos y quejas.
Todos los niños tienen rabietas en algún
momento de su vida precisamente porque son niños y no podemos perder de vista
esto, en ciertos momentos de su ciclo vital, exigirán a los padres que les den
lo que quieren porque no tienen desarrollada todavía la capacidad de saber
cuándo algo se puede tener y cuando no y cómo pedirlo, lo que de otro modo se
conoce como tolerancia a la frustración.
Pues bien, teniendo en cuenta esto,
hablaremos de aquellos casos en los que estas rabietas continúan a medida que
el niño crece, siendo cada vez más frecuentes y cada vez más intensas, de tal
manera que el niño acaba siendo el principal protagonista de lo que sucede en
la casa, de las conversaciones y de la vida familiar en general.
Hay muchos “clichés” acerca de la
rabietas y lo que hay que hacer con ellas y, siendo realistas, ninguna de ellas
sirven si no hacemos un proceso inicial de conocer a fondo a nuestro hijo. De
modo que vamos a ver algunas cuestiones que nos pueden servir de ayuda para
conocerlas y combatirlas:
- Lo primero que tenemos que hacer es
estudiar bien la rabieta, apuntar cuándo sucede, ante qué momentos sucede,
cuántas veces sucede, qué cosas hace el niño de forma concreta (llora, da
patadas, grita…), qué hacemos nosotros como padres y qué hace el niño ante eso
que nosotros hacemos.
- Después, tenemos que hacer un recuento
de aquellas cosas que al niño le gustan y que nos podrían servir como
recompensa para eliminar un determinado comportamiento. Normalmente, por el
cansancio, por el enfado y por las razones que fueran, tendemos a pesar que el
método para eliminar algún comportamiento es el castigo y en algunos casos es
cierto, pero está demostrado en investigaciones que lo que mejor funciona es
plantearlo al revés, mediante refuerzo positivo, es decir: “si haces esto,
recibirás esto como premio”. Lo que sucede es que para que esto funcione, todo
debe ser muy concreto, tanto el comportamiento que queremos eliminar como el
refuerzo.
- Cuando tenemos toda esta información,
tenemos que elegir un solo comportamiento que vaya asociado con un premio. Si
el niño llora, da patadas, grita, rompe cosas, etc no podemos pretender
quitarlo todo de golpe, hay que elegir uno de ellos y definir lo que se quiere
conseguir de forma muy concreta, es decir: “en esta semana, si no pegas patadas
tres días de los siete, entonces tendrás este premio que tu has elegido”. Es
importante que sea concreto y que lo elijamos en función de la importancia que
tiene, normalmente es más efectivo empezar por el comportamiento más intenso
porque el resto suelen ir cediendo cuando este se elimina. Y más importante es
aún respetar los premios que se dan, independientemente de que utilicemos
refuerzos verbales también.
- Olvidémonos de los gritos, a los
gritos también se acostumbran los niños de tanto oírlos y pierden su fuerza y
su función. Es mucho más efectivo un tono firme y seguro sin elevar la voz, sin
mirar y prestar atención a lo que el niño está haciendo porque lo que él
percibe es a un padre al que no se puede ganar llorando y pataleando.
Es esencial hacer partícipe al niño de
esto que estamos haciendo, dejándole que escoja su premio y dejándole claro
cómo funciona el sistema. Si llega la rabieta, es bueno que le recordemos al
niño lo que se ha acordado pero debemos hacer esto una vez, no recordárselo
varias veces en tono cada vez más enfadado. Es una cuestión de retirar la
atención a la rabieta, de modo que hay que dejar que esta termine porque el
niño sabe de antemano que o recibirá su premio si continúa con ella. Y de esta
forma iremos eliminando cada comportamiento dejando algunas semanas para
consolidar los cambios.
No podemos olvidar tampoco que lo que
queremos es quitar la atención al comportamiento, no al niño, es decir que el
niño es igual de querible haga lo que haga, lo que no haremos será fomentar un
mal comportamiento, no por el comportamiento en sí, sino por sus consecuencias.
Si le damos a un niño lo que quiere
cuando lo quiere, corremos el riesgo de que aprenda que haciendo una
determinada cosa, obtiene lo que desea y de ahí a que una actitud aumente en
intensidad y frecuencia, haciendo la pelota aún más gorda. Lo malo de estas
pelotas es que ayudan a que el niño vaya creciendo sin tolerancia a la
frustración, pensando que podrá obtener todo lo que quiera cuando lo quiera y
ya que la vida es muy frustrante a veces, una pequeña dosis no les hará ningún
mal.
Si llevamos todo esto a un contexto más
amplio, tendremos en cuenta que los niños necesitan límites, no solo en
relación a sus rabietas sino en general, necesitan que algunas cosas estén
definidas, los niños “ordenados” tendrán menos tendencia a tener rabietas y
malos comportamientos. Y el orden pasa por un buen encuadre en cuanto a
horarios, alimentación, higiene, ayuda en casa y compartir con sus familiares.
Un niño ordenado tiene más claras las cosas, es más tolerante con la
frustración y es más feliz.
M Inmaculada Gortazar Ibañez-de la Cariniere. @mi_gortazar Puedes seguirla en twitter en facebook en Cope Madrid
Espero que os sirvan estos consejos, que sepais y podais ser felices con vuestros niños incluso en momentos de caos.
Cualquier ayuda es poca y por probar....