jueves, 14 de febrero de 2019



¿TE CUENTO UN SECRETO?


Hemos superado la primera semana de colegio con muy buenas sensaciones. Los niños contentos, los padres más, las buenas vibraciones se contagian.
A mi, como sospechaba, me persigue un reloj, pero voy adaptándome como buenamente puedo. Y llevo 14 días de mi compromiso saludable, no se me está dando mal, aunque mi hija dice que se debería notar ya, no se que cree que piensa. Igual se imagina a su madre con tableta o musculada y delgadísima. Yo no la quiero desilusionar, pero nada más lejos de la realidad de mis objetivos. Y mi madre, me recuerda que busque ratitos para descansar, que no me pase con la gimnasia, no vaya a ser que se me quede la cara chupada que luego se notan más las arrugas. Que imaginación las dos. Esto consiste en comer mejor y moverse de la silla, aprender a estirarse y bailar. Si se adelgaza, bien, pero sin privaciones extremas que en mi casa lo celebramos todo comiendo y se nos da divinamente.

En mi casa, como en todas, tenemos secretos. No se retos inconfesables, pero sí secretillos que saben los más cercanos, cosas que no se cuentan. Tampoco son cosas malas, no vayamos a creer lo que no es. Pero un buen guionista , bien inspirado, haría una serie de éxito. He visto capítulos de series exitosas con menos chicha que nuestra vida. Y con el chat de mis amigas favoritas ....ríete tú de Modern Family.

En el mundo infantil de mi casa, empieza a existir la tendencia de “ nos creemos muy mayores”. Pero ahí estoy yo para bajarles a la realidad, suavemente. Dejarles que se den cuenta ellos solos, sí, pero sin que el golpe sea duro. Soy muy del “inténtalo y si necesitas ayuda..” o del “ yo lo haría así pero prueba tú “ puedes hacerlo pero acuérdate de...” Mientras ellos lo intentan, prueban y superan sus pequeños tropiezos, yo parece que estoy a lo mío, pero no. Ojo avizor. Al quite.
Ellos a lo suyo y yo a lo mío, que son ellos.
Mi preadolescente parece que siempre está de secretitos con sus amigas, su hermano no se puede enterar, y mucho menos, un adulto. Le tuve que recordar que hay cosas que siempre debemos saber sus padres. Menos mal que. en un arrebato de generosidad, me contó sus súper secretos, con la promesa por mi parte, de que no saldría de mi boca ni el más mínimo comentario. Uff, repiré tranquila al comprobar que son tontunas de patio de colegio. Miedo me dan estos niños.
Y, como mi pequeño tímido, cuenta poco de sus cosas, a no ser que estemos todos compartiendo nuestros momentos del día, pues la hora de la cena se ha convertido en un “¿sabéis que me ha pasado hoy?” Y como el que no quiere la cosa, cuentan y recuentan todos.
Y ,como nos creemos tan mayores, pues los mimos son menos, pero tengo el truco perfecto. Les pillo desprevenidos y les digo: “¿te cuento un secreto?” Y despacito, al oído les digo algo como “ te quiero hasta el infinito” o “necesito un beso y un abrazo para que el día sea mejor”. Funciona divinamente, beso asegurado, como mínimo.
En el chat de mis chicas favoritas hay viajeras, desaparecidas, mujeres ocupadísimas , intercambio de objetos infantiles y esta semana, malas vibraciones. Incluso Cris y yo hemos estado cuchicheando. Pero ha sido muy fugaz y en modo preocupación. Luego, pensamos en nuestros niños y se nos pasa.

Ayer fui a zumba con mi hija, disfrutamos y sudamos de lo lindo. Lo mejor es que, en este gimnasio, podemos hacer zumba en familia. Todos. ¿Os cuento un secreto? Es lo mejor que hemos hecho últimamente juntas. Había un montón de familias y nuestro propósito es que, a partir de la semana que viene, vayamos todos juntos. Al padre ya lo tenemos convencido. A los chicos les va a encantar. El monitor parece un hipster pero ha puesto a Abba y una versión de Grease y, claro, las madres nos hemos venido arriba, demostrando a los niños y padres, que así da gusto hacer gimnasia. Ha sido genial. Bailar y cantar. En esta casa se nos da de maravilla. Es otra manera, muy divertida, de hacer deporte en familia.


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